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Caos en Aleppo

Al borde del colapso absoluto, cuando la rendición de los rebeldes se daba por descontada en la estratégica ciudad de Aleppo, la violencia recrudeció ayer entre los combatientes insurgentes y las fuerzas del gobierno, en medio de acusaciones sobre la violación del acuerdo que debía permitir la evacuación de civiles y combatientes en el enclave más emblemático de la guerra siria.
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Sin embargo, las partes en conflicto alcanzaron una nueva tregua que comenzó a la medianoche de ayer, según un vocero del grupo rebelde islamista Ahrar al-Sham.
El frente de combate recobró el rojo vivo apenas horas después de que el régimen forzara la rendición del último reducto rebelde de la ciudad, en lo que ya se consideraba la victoria más categórica del presidente Bashar al-Assad contra las dispersas brigadas enemigas.


Los pobladores de la zona, aterrados, debieron correr en todas direcciones buscando refugio, en un déjà vu de los bombardeos aéreos y los disparos de artillería que los atormentaron durante un mes, cuando el gobierno lanzó una ofensiva de gran magnitud con el apoyo de fuerzas rusas, iraníes y otras milicias para barrer con la insurrección de la segunda ciudad del país.
"El alto el fuego terminó. Todo el mundo será ejecutado cuando las fuerzas de Al-Assad y sus granujas capturen nuestra zona", escribió en Twitter Ismail Alabdullah, un voluntario de los llamados Cascos Blancos, los socorristas de la zona rebelde de la ciudad, donde en sólo cuatro semanas de ataques por aire y tierra la insurgencia cedió el 90 por ciento del sector de la ciudad que controlaba desde 2012.
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En las pocas horas que mediaron entre el alto el fuego y el rebrote de violencia, muchos civiles que se disponían a abandonar la ciudad quemaron sus autos y motos para evitar que cayeran en manos de las fuerzas del régimen. Algunos rebeldes hicieron incluso lo mismo con sus armas.
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Unos 20 micros esperaban desde temprano en el barrio de Salahedin, dividido entre el régimen y los rebeldes, para comenzar la evacuación prevista para las cinco de la mañana, pero el operativo quedó trunco sin mediar advertencias. Los enfrentamientos se hicieron intensos entre el ejército y los rebeldes laicos e islamistas, y sellaron la muerte del acuerdo según el cual los heridos y los civiles debían ser evacuados en primer lugar, seguidos por los combatientes, hacia las provincias de Aleppo e Idlib.
Según dirigentes rebeldes, el esquema hizo agua cuando el régimen impuso nuevas condiciones: vincular el acuerdo de rendición y evacuación a que los rebeldes levanten el sitio de los pueblos de Fua y Kefraya, en manos del gobierno.
Las fuentes opositoras culparon a las milicias iraníes que respaldan al gobierno de obstruir la evacuación y forzar la discusión sobre esos dos pueblos de mayoría chiita, que los iraníes quieren ver libres del asedio de las brigadas rebeldes, de mayoría sunnita.
Otro motivo de la salida en falso de Aleppo fue que entre los rebeldes había unos 250 extranjeros que las autoridades sirias querían detener e investigar, así como el hecho de que el ejército considera que no recibe nada a cambio del acuerdo, ya que estaba a punto de tomar totalmente el área insurgente.
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La compleja trama de la guerra siria, con tantos intereses contrapuestos, llevó a que el factor iraní irrumpiera sin aviso en el acuerdo pactado con los rusos. "Hay que recordar que el acuerdo fue alcanzado entre Rusia y los revolucionarios, no incluye a Irán y, desde dentro, Al-Assad no tomó ninguna decisión", dijo una fuente rebelde.
El canciller ruso, Serguéi Lavrov, expresó su confianza en que la situación "se resolverá en dos o tres días". En ese lapso, afirmó, los guerrilleros "cesarán su resistencia".
A última hora de ayer, una nueva tregua despertó la esperanza de evacuación de la los civiles.
Agencias AFP, EFE y DPA

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